domingo, 19 de mayo de 2024

Al otro lado del río y entre los árboles

Después de leer Al otro lado del río y entre los árboles, de Hemingway, busqué fotos de la Batalla del Bosque de Hürtgen. Yo podría ser uno de esos locos que, yendo a los lugares de la batalla, buscara el lugar exacto donde se hicieron algunas de las fotografías. El antes y el ahora.

Como ese sería uno de los tipos de locura en los que podría caer, seguí mirando fotografías hasta que vi una, de la Batalla de las Ardenas, también cerca del Bosque de Hürtgen, donde se veían a unos soldados de rodillas, entre la nieve, junto a unas ramitas entre más nieve. También se veía un caballo muerto y árboles sin hojas. Me gustan los árboles sin hojas porque parece que extienden unos brazos esqueléticos pidiendo explicaciones. No se ve al enemigo, como en el discurso del embajador escita a Alejandro Magno: «¡Cuando hayas sometido a la humanidad, combatirás contra los árboles!» 

Eso fue hace días, pero también forma parte de esas locuras seguir con una idea varias semanas después. Encontré que el fotógrafo se llamaba Cpl. Hugh F. McHugh —siempre es mejor escribir encontrar que buscar—, y que esa fue su última fotografía.

domingo, 3 de marzo de 2024

Posiblemente un romántico. ¿A quién le importa?

Había caminado un rato por Honfleur cuando me encontré con Marguerite. En Honfleur no se puede caminar durante horas sino es en círculos, porque Honfleur es como la literatura. Entonces Marguerite, como si me hubiera leído el pensamiento, me dijo que en ese pueblo mareante, todo lo que no es literatura es muerte. Ella no sabía en ese momento que para mí, Honfleur es el lugar donde acudiría cuando sintiera que se acercaba mi muerte, porque Honfleur es un lugar para morir. Como aún no era el caso, nos sentamos en un bar del puerto. Mientras tomábamos un vino de la región, le dije que Francia es un país terminado: no hay ni una grúa. Entonces cambié de tema y le comenté que en la literatura no me gustan las casualidades. Tampoco los sueños. Pero que sí que me gusta que aparezcan árboles, y que en los libros de W.G. Sebald siempre aparecen árboles. En la vida hay casualidades y también árboles. Como pedimos otra copa de vino, ella me dijo que en la película La zona de interés, que se centra en la vida familiar del comandante de Auschwitz, el perro negro que está siempre cerca de la mujer de Rudolf Höss es el mal, porque aunque parece que no se quiere mostrar, está siempre por ahí rondando. Un perro nunca se pregunta el porqué. Entonces dejó de hablar y vi que se fijaba en un hombre sentado en otra de las mesas del bar. Era un hombre alto, con las piernas cruzadas que dejaban ver un calcetín con los dibujos del camuflaje del acorazado Bismarck. Marguerite volvió a mirarme, cerró la mano y haciendo el gesto de levantarse, me dijo: Posiblemente un romántico. ¿A quién le importa?

martes, 26 de diciembre de 2023

Autorretrato V


Al escribir mucho siempre hay un momento en el que se acierta, por lo que la cantidad también es una forma de calidad. Me gusta la gente que te habla como si te dijera: Ahora duerme, mañana por la mañana romperemos el frente ruso. He visto en un documental un castillo en Saint-Brieuc con un jardín medieval. Y que los jardines medievales tenían forma de cruz y estaban divididos en cuatro partes: el jardín floral, el medicinal, el frutal y el jardín del placer. Leo que a menudo seguir viviendo exige un valor bastante complejo. Nunca encuentro el contexto para levantarme y gritar: profundidad de periscopio. Llegué a El mar color de vino, de Leonardo Sciascia, a través de Curzio Malaparte, que me llevó a la Odisea con sólo una frase: «Estaba atardeciendo y el mar se volvía poco a poco del color del vino, que es el color del mar en Homero». Esta noche he soñado que alguien me preguntaba quién escribió ese libro, y otro contestaba que Sam Shepard. Un gato suelto por la calle es el resto de alguna civilización. En los anocheceres de los domingos siempre hay algo de las cenizas del familiar que se lanzan al Mediterráneo. Hay frases que son pensamientos terapéuticos, como cuando Cioran decía que la posibilidad del suicidio le había salvado la vida. Cuando me dicen una mentira, me rompen el hilo narrativo. Me gustan las cosas que no espero: en un documental he visto que las cabras de la isla de Skópelos beben agua salada, como un náufrago.