domingo, 3 de marzo de 2024

Posiblemente un romántico. ¿A quién le importa?

Había caminado un rato por Honfleur cuando me encontré con Marguerite. En Honfleur no se puede caminar durante horas sino es en círculos, porque Honfleur es como la literatura. Entonces Marguerite, como si me hubiera leído el pensamiento, me dijo que en ese pueblo mareante, todo lo que no es literatura es muerte. Ella no sabía en ese momento que para mí, Honfleur es el lugar donde acudiría cuando sintiera que se acercaba mi muerte, porque Honfleur es un lugar para morir. Como aún no era el caso, nos sentamos en un bar del puerto. Mientras tomábamos un vino de la región, le dije que Francia es un país terminado: no hay ni una grúa. Entonces cambié de tema y le comenté que en la literatura no me gustan las casualidades. Tampoco los sueños. Pero que sí que me gusta que aparezcan árboles, y que en los libros de W.G. Sebald siempre aparecen árboles. En la vida hay casualidades y también árboles. Como pedimos otra copa de vino, ella me dijo que en la película La zona de interés, que se centra en la vida familiar del comandante de Auschwitz, el perro negro que está siempre cerca de la mujer de Rudolf Höss es el mal, porque aunque parece que no se quiere mostrar, está siempre por ahí rondando. Un perro nunca se pregunta el porqué. Entonces dejó de hablar y vi que se fijaba en un hombre sentado en otra de las mesas del bar. Era un hombre alto, con las piernas cruzadas que dejaban ver un calcetín con los dibujos del camuflaje del acorazado Bismarck. Marguerite volvió a mirarme, cerró la mano y haciendo el gesto de levantarse, me dijo: Posiblemente un romántico. ¿A quién le importa?

martes, 26 de diciembre de 2023

Autorretrato V


Al escribir mucho siempre hay un momento en el que se acierta, por lo que la cantidad también es una forma de calidad. Me gusta la gente que te habla como si te dijera: Ahora duerme, mañana por la mañana romperemos el frente ruso. He visto en un documental un castillo en Saint-Brieuc con un jardín medieval. Y que los jardines medievales tenían forma de cruz y estaban divididos en cuatro partes: el jardín floral, el medicinal, el frutal y el jardín del placer. Leo que a menudo seguir viviendo exige un valor bastante complejo. Nunca encuentro el contexto para levantarme y gritar: profundidad de periscopio. Llegué a El mar color de vino, de Leonardo Sciascia, a través de Curzio Malaparte, que me llevó a la Odisea con sólo una frase: «Estaba atardeciendo y el mar se volvía poco a poco del color del vino, que es el color del mar en Homero». Esta noche he soñado que alguien me preguntaba quién escribió ese libro, y otro contestaba que Sam Shepard. Un gato suelto por la calle es el resto de alguna civilización. En los anocheceres de los domingos siempre hay algo de las cenizas del familiar que se lanzan al Mediterráneo. Hay frases que son pensamientos terapéuticos, como cuando Cioran decía que la posibilidad del suicidio le había salvado la vida. Cuando me dicen una mentira, me rompen el hilo narrativo. Me gustan las cosas que no espero: en un documental he visto que las cabras de la isla de Skópelos beben agua salada, como un náufrago.

viernes, 13 de octubre de 2023

Del ruido de fondo de alguien cayendo


De camino hacia la estación he pasado por delante de una terraza donde un hombre vestido de negro tomaba un café solo; seguramente, un hombre con dificultades para relacionar ideas. Bajo su mesa había un perro, como bajo la Cruz en los cuadros de los pintores flamencos. Ya en el andén, una mujer de pelo blanco y agitado se ha puesto a mi lado y, mirando al cielo, me ha dicho que cada vez van más hacia el oeste, y que luego se olvidan de volver: hay una generación de gaviotas que no ha conocido el mar. Antes de responderle, he recordado Las aventuras de Jeremiah Johnson, un hombre que en su necesidad de huir abandona su vida pasada y marcha hacia las montañas, hacia el Oeste, hacia el territorio de los crows. Es posible que Jeremiah también fuera una persona que no tuviera una jerarquía de ideas, sino una sola idea en cada momento, y que a diferencia de un fanático esa idea fuera cambiando, pero nunca se sobrepusiera a otra. Como la mujer de pelo blanco me ha recordado a la mujer-gaviota, le he dicho que al no poder cambiar el tiempo en el que vivimos, cambiamos de lugar, pero que siempre hay un resto de resistencia, aunque hay a quienes les disgusta la nostalgia, porque incluso el bienestar imaginario del pasado de los demás les molesta. Quizás eso sí le ha molestado porque ha movido un poco la mano, como para echar a volar. Siempre imagino que cuando alguien se altera por algo que he dicho, me dará respuesta poniendo la voz de Cioran. Pero la suya ha sido una respuesta tranquila. Me ha dicho que se puede huir hacia el oeste, que es la interferencia de la geometría en los sentimientos, pero que también se puede cambiar de perspectiva, que el amor es como caer desde una ventana, y que no hay manera de controlarlo. Luego ha emitido un sonido, una especie de pensamiento del que sólo se escucha la forma, pero que era el ruido de fondo de alguien cayendo.