Anoche le pregunté a mi hostelera el
camino para llegar a la taberna El Tigre de Oro. Antes de arrugar la frente me
dijo que su marido podría ayudarme pero que murió, y que es en momentos como
ese cuando más le echaba en falta. Su frente arrugada era un mapa de la ciudad
y entonces recordé que Hrabal escribió que mentir era lo que mejor hacía, inventarse situaciones que no
había vivido, y que tal vez escribió sobre El Tigre de Oro aunque esa taberna
no existiera, como yo escribo sobre Praga sin haber estado nunca en Praga y sin
saber, siquiera, si alguien ha estado alguna vez allí.
I. «Y ya que leo mucho, cito muchas
cosas, y ya que cito muchas cosas, olvido su fuente. De hecho soy un ladrón de
cadáveres, un profanador de nobles sarcófagos. Ése es mi carácter, y en este
campo soy un innovador y un experimentador, no hago más que permanecer al
acecho para atisbar mi presa, entre escritores y pintores, muertos o vivos,
para luego, como una zorra, barrer con la cola las huellas que conducen al lugar
del crimen.» “Quién soy yo” de Bohumil
Hrabal
II. Fue afeitándome delante del espejo
cuando descubrí mi nueva identidad checa. Quien veía en el espejo era yo pero
no lo era o había dejado de serlo. Sé
que el agua de algunas ciudades, al tomarla, o sólo al tocarla, se lleva lo que
habías sido por el desagüe. De eso también escribe Hrabal en algunos párrafos
de su libro, de los dobles de uno mismo. Y explica que Goethe vio acercarse una
carroza y cuando se cruzó, era su carroza que ya volvía de Italia. Al
encontrarse consigo mismo, anotó aquel encuentro insólito.Y mientras me veía
en el espejo, me diagnostiqué que padecía de una nueva identidad, y que este
hecho insólito también debía anotarlo en mi dietario y así lo hice.
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