Parece que se está
nublando. Siento que me reactivo cuando el sol desaparece y las nubes lo cubren
todo. Es ese el momento en el que pueden empezar a suceder cosas, justo cuando
surgen las corrientes de aire, que siendo invisibles, lo agitan todo.
Leo que en Microcosmos,
Magris dedica un párrafo a los vientos, que considera como los caprichosos
arquitectos del paisaje. «El siroco rompe, la bora barre y se lleva las cosas,
la brisa construye y reconstruye». Ya hace años que estoy elaborando un Catálogo de corrientes de aire. En él quiero incluir todos los vientos, y no sólo a los
que alguien, en algún momento, les puso un nombre, sino aquellas ventiscas insignificantes
que no merecieron jamás la atención necesaria para ser mencionadas. Justo ahora
que las nubes siguen cubriéndolo todo y pueden empezar a suceder cosas
interesantes, un vientecillo se ha colado por la ventana de mi habitación para modificar
el paisaje.
I. Ayer terminé los
Diarios (1999-2003), de Iñaki Uriarte. En el mismo momento que leo, me entran
ganas de escribir. Si lo hiciera escribiría un libro raro. En los Diarios,
Uriarte comenta que El Pensador de Rodin no es una de las mejores obras de
Rodin. Que más bien parece un hombre al que le cuesta pensar. En cierta manera
quizás sea por eso por lo que no escribo, para no parecer un hombre al que le
cuesta escribir.
II. Cuenta Gonçalo M.
Tavares que un día
escribirá un libro cuyo contenido tendrá apenas cinco palabras: Joao Cabral de
Melo Neto, y «quien lo lea atentamente, con la lentitud de los antiguos y de
los pacientes, al final dirá: qué bello libro».
2 comentarios:
Los vientos son influjos con un poder extraño sobre nuestras vidas, y no lo digo por los cierzos o las brisas, aquí algo cotidiano. Es más por esas ventoleras que sugieres; el aleteo de una mariposa.
Los vientos modifican; son algo sobre lo que se puede escribir. Hay cientos de historias sobre el viento. El sol es aburrido
Publicar un comentario