domingo, 6 de septiembre de 2015

Lo que me dejé en Kassel no invita a la lógica (I)




Hay días que me levanto con ganas de leer, lo que sea. Son días que no tengo criterio. Leo de todo hasta vomitar; en cambio, hay días que el trabajo me impide leer cualquier cosa sin límite y después vomitar; esos días vomito sin necesidad de ayuda.

Vuelvo a Kassel, a leer Kassel no invita a la lógica. Cada cierto tiempo hay que volver a algo.

Hay lugares comunes para todos los locos del mundo.

Es esa sensación: la de volver a lugares como vuelvo a los libros.

Leo que el sujeto no pertenece al mundo, sino que es un límite del mundo.

A veces abandono libros, dejándolos a medias. Es más difícil abandonar lugares, tiene más implicaciones. Los libros que abandono los guardo para siempre en un cajón [desastre].

Leo en Kassel que «cuando despertó, había sido tan intrincada la trama intelectual de la pesadilla que le alegró descubrir que el mundo real, en cambio, era muchísimo más sencillo, diría incluso que mucho más idiota».

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