También yo quiero
atravesar corriendo los pasillos del Louvre. Aunque ahora estoy lejos. No en
París, sino en Praga, y siempre que vuelvo a Praga, atravieso corriendo alguno
de los puentes sobre el Moldava. Ayer por la tarde, mientras cruzaba a la
carrera uno de ellos, vi como unos jóvenes nadaban en el río; todos nadaban
crawl; salvo el ahogado, que hacía lo que podía.
En el hotel he estado
leyendo Marienbad eléctrico, de Vila-Matas. Porque siempre que viajo me llevo
varios libros en la maleta, aunque sólo sea para sentirme un poco más seguro.
En el libro he leído una frase de Michel Leiris: «Exponerme cada vez que
escribo, el deseo de exponerme en todas las acepciones del término». Y he
pensado en eso: en exponerse, y en las veces que me he expuesto; en las veces
que me he lanzado a nadar al río Moldava; en las veces que, una vez ya en el
agua, he tratado de nadar crawl y he acabado haciendo lo que podía.
Parece ser que en nueve
minutos y cuarenta y tres segundos, Arthur, Odile y Franz visitaron a la carrera
el museo del Louvre, batiendo el récord de Jimmy Johnson, de San
Francisco.
¿Por qué se escribe? En
los hoteles me siento feliz. En este de Praga ya me conocen de otras veces,
siempre atravieso corriendo el hall del hotel. A la pregunta no sé responder
porque siempre he optado por la renuncia, y renunciar es decir no, pero un no a
todo; dejar de hacer, dejar de repetir, pero teniendo en cuenta que «si no se
hace, hagámoslo». Puede que escribir sea como beber, y hacerlo constantemente
sea como beber constantemente. He leído en Magma, de Lars Iyer, el caso de W.,
que he asociado de manera automática a la escritura. «W. es un bebedor estable.
Lo aprendió de los bebedores polacos, que comienzan lentamente y continúan
lentamente durante toda la noche».
3 comentarios:
Remezclo todo. Y todo es exponerse. Bebiendo letras despacito, escupiendo opiniones hasta agotarse y escalar los puentes del Moldava con la felicidad ingenua de las (aquellas) primeras lecturas.
Exponerse. Y los descubrimientos. Los de los otros. Los de los que te ven. Y abrir las cortinas, y ver...
Remezclo todo. Y todo es exponerse. Bebiendo letras despacito, escupiendo opiniones hasta agotarse y escalar los puentes del Moldava con la felicidad ingenua de las (aquellas) primeras lecturas.
Exponerse. Y los descubrimientos. Los de los otros. Los de los que te ven. Y abrir las cortinas, y ver...
Mezclar es volver a crear, volver a abrir las cortinas, volver y volver
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