sábado, 11 de noviembre de 2017

Cuando la muerte te toca de lejos parece otra (III)



Todos los muertos desconocidos me parecen iguales.

Quizás es una reacción a tanta démagogie, o que no tengo sentimientos. A veces los sentimientos se me pasan después de una copa de vino. También siempre encuentro la belleza después de una copa de vino.

Quizás es eso, sí, que no tengo sentimientos; que me guardo el paroxismo sólo para mis muertos. Hay veces que muere gente que parece ya muerta. Pero ese es otro tema: yo sólo busco la belleza, en cualquier arte, en cualquier parte.

Y que el exceso de sentimientos es algo que mantengo alejado. La gente muere, y muere todos los días. Y, entonces, qué se hace con todos esos muertos. Yo un día me enamoré. Espero que eso cuente como sentimiento.

En mi caso, todas las veces que me enamoré mataron la ilusión. Ahora ya no me enamoro. Pero me centro en los cuatro elementos básicos: el aire, el agua, el fuego, la belleza.

Es por eso que me gusta la literatura. Trato de ensayar ahí dentro todo lo que luego puedo encontrar aquí fuera. Aunque en realidad no funciona así. La ficción no resuelve situaciones. La literatura aplicada a la realidad es un pensamiento mágico. Me falta talento para sentir. También para otras muchas cosas, pero las disimulo mejor.

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