domingo, 22 de septiembre de 2019

El arte de la novela


Como anoche no podía dormir me puse a leer El arte de la novela, de Kundera. Ya que la mayoría de las veces llego a un libro a través de otro (en este caso a través de La religión del ateo, de Joan-Carles Mèlich), pienso que llegará el momento en el que se acabará esta continuidad y tendré que empezar de nuevo, y que habré de elegir bien ese nuevo primer libro porque de él dependerá todo lo que irá viniendo después. Aunque estoy acostumbrado a ello, porque leo como puedo, igual que vivo como puedo, y en esa escapada, al escribir, acabo escribiendo como vivo: huyendo de todo un poco.

Leo que don Quijote partió hacia un mundo amplio, con un horizonte infinito, sin fronteras; con Balzac este horizonte sin fin desaparece detrás de las modernas instituciones: la policía, la justicia, el mundo de las finanzas y el crimen, el ejército, el Estado; con Madame Bovary el horizonte se estrecha hasta el punto que parece un cerco. El infinito exterior perdido se sustituye por lo infinito del alma. Y luego llega K. que, «frente al tribunal, frente al castillo… sólo puede pensar en su proceso, en su puesto de agrimensor»: Kafka se plantea la cuestión de «cuáles son aún las posibilidades del hombre en un mundo en el que los condicionamientos exteriores se han vuelto tan demoledores que los móviles interiores ya no pesan nada». Y qué maravilla me ha parecido esto Kundera, que en cuatro libros representa la evolución de la sociedad europea. Y también lo que escribe de Husserl, que para él el adjetivo «europea» señalaba una identidad espiritual que se extiende más allá de la Europa geográfica (hasta América, por ejemplo) y que nació con la filosofía griega.

Esta mañana, al salir de casa me he encontrado a mi vecina checa. Le he estado hablando de Kundera, de K. y de los condicionamientos exteriores. Me ha dicho que a ella no le importa lo que se diga, que ya decidió hace tiempo no generar vida como el agua estancada. Como soy un intertextual aproximado porque cito siempre de memoria, he preferido cambiar de tema y le he dicho que lo que yo busco constantemente es la belleza: en los libros, en las cosas, en los mapas de las ciudades, y que sólo volvería a algunas ciudades para morir allí, pero que lo complicado es elegir el momento adecuado, porque nunca se sabe cuándo.

3 comentarios:

Belkys Pulido dijo...

Como esta noche no podré dormir, buscaré ese libro de Kundera. Sólo he leído de él La insoportable levedad del ser, pero hay noche para rato. Quedo en este canal.

La baleine qui fume dijo...

Es un libro recomendable. Si lo encuentras, espero que te guste

Carlos Eduardo Pérez Mejía dijo...

Habría que reconocer que la respuesta de la chica ha sido tremendamente inteligente y digna de una noche de elaboración.