miércoles, 19 de agosto de 2020

Cuando la muerte te toca de lejos parece otra (VI)

Que parece que al ser innecesario, algunos días, sin poner ningún medio, me levanto temprano. Pero es una percepción subjetiva: al parecer hoy me he levantado temprano. Y me he levantado pensando en la muerte. 

Escribe Masoliver Ródenas que les entraron ganas de mear en el cementerio. «¿Vamos a la tumba de Atento?» «No, con los amigos no me atrevo, por cabrones que hayan sido. Yo me meo aquí mismo, en la tumba del cadáver desconocido»

Que he calculado que me quedan 1.400 libros por leer antes de que llegue el momento.

Escribe C. sobre alguien que se acaba de morir: Se ha vuelto indiferente.

¿Quién no ha tenido alguna vez delirios de franqueza frente a un cadáver?

Escribe Malaparte que en el cementerio, sobre la tumba de un estudiante, se leía el siguiente epígrafe medio borrado por los años: «Dios ha interrumpido sus estudios para enseñarle la verdad»

Que he estado dos veces en Honfleur. La segunda vez pensé que sólo volvería allí para morir, como el Sena.

Escribe Anna Carreras sobre la escritura sin firma. El grado cero de la literatura. La muerte del sujeto (cuando el sujeto es afrancesado, media muerte)

Si la primera vez que estuve en París, lo primero que hice, sin prepararlo, ya que estaba ahí, fue ir al cementerio de Montmartre, lo primero que hice en Arles fue visitar los Alyscamps, una necrópolis romana con unas tumbas abiertas que parecían maceteros.

Con Pascal Quignard los hechos suceden como sucedían en la mitología griega. No se sabe muy bien por qué, pero suceden y te los crees. Lucilla rechaza una baya, pequeñita, estropeada, y la rechaza con asco. «Por ese motivo los hombres mueren». Pero el Amo de las bayas le dice a Hardnit que para no morir debe cantar una cancioncita que favorece los arándanos. Pero ya no se conoce la letra, esa costumbre se abandonó.

Escribe C. que morir es convertirse de repente en objeto.

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