domingo, 10 de enero de 2021

Desde la ventana de Kafka a la calle

Esta mañana he salido temprano. Quería ir a una cafetería pero todas estaban cerradas. Como he visto a una mujer que tenía el pelo fino y castaño como una manta, me ha entrado un poco de sueño. Cuando he vuelto a casa, he estado un rato mirando por la ventana, que no es algo triste salvo que la intención sea la de tirarse por la ventana. También en la música los acordes menores son más tristes. Y eso no tiene por qué tener una explicación. Como me gustan algunas cosas, he leído que la rotación de la Tierra sobre su eje ha comenzado a acelerarse provocando que los días sean más cortos. Por lo que el 19 de julio de 2020 se midió el día más corto jamás registrado, aunque sólo lo fue por unas milésimas, casi imperceptible, como la justicia. También el día que Arthur, Odile y Franz visitaron en 1964 a la carrera el museo del Louvre batieron el récord de Jimmy Johnson, de San Francisco, dejándolo en nueve minutos y cuarenta y tres segundos. Me ha comentado A.C. que podríamos escribirnos cartas como Kafka a Felice Bauer o como Henry Miller a Anaïs Nin. Si un día de este invierno escribo una carta a A.C. la empezaría así: «Me ha cambiado el metabolismo porque tengo las manos frías; en general, incluso de las cosas externas me siento un poco responsable».

Ahora estoy leyendo Malone muere, de Beckett. Qué incómodos son los personajes de B. Incluso ha habido un momento en que no he visto con malos ojos en Malone muere que Malone muera. Me ha recordado al escarabajo de Kafka. Ambos se pasan la novela en una habitación. Y los dos miran por la ventana. Creo que el escarabajo de Kafka se fija en lo larga que es la calle; en cambio, el Malone de Beckett se fija en el edificio de enfrente, en una pareja follando entre las cortinas. Desde luego, me quedo con el personaje de Kafka porque, como me comentó R., en el escarabajo de Kafka cabe toda la humanidad. 

1 comentario:

José Ramón dijo...

He llegado a entender que el tiempo es relativo. Me ha costado años. Lo conseguí pensando que Einstein suspendió algunas asignaturas de joven. Al leerte, no sé porque, he pensado que la distancia entre humanos también lo es. Acercarme a tu escrito ha sido producto de la casualidad. Las redes sociales están modificando la distancia entre las personas, el acercamiento entre el escritor y el lector. Intuyo que este fenómeno va a tener consecuencias imprevisibles en este siglo. Encantado de conocerte.