Pude
ver a mi hostelera cuando me dirigía a la Oficina Censal de Praga. Estaba
sentada tras el mostrador, anotando, una y otra vez, los nombres de los
clientes que aquella noche nos habíamos hospedado en el hostal. Cuando llegaba
al final de una hoja, empezaba con la siguiente. De repetirlos infinitamente había
conseguido ocupar todas las habitaciones: un lleno total. Todas las noches,
cuando me dispongo a subir a mi habitación, le pregunto si me ha dejado unas
cuartillas sobre la mesita. Siempre asiente. En ellas anoto todos los personajes
particulares, monstruosos, originales pero secundarios de la literatura. Uno
tras otro, y cuando llego al final de una hoja, empiezo con la siguiente.
«¡Un
monstruo! Pero le miré a los ojos y sostuve su mirada toda la noche.» Franz Kafka
I.
Cuando Magris llegó a Sopron se fijó, cerca del museo Listz, en un hombre que
estaba asomado a un ventanal de la planta baja de un edificio. Era un loco, y
al parecer profundo, que farfullaba y hacía gestos. Gigi, que acompañaba a
Magris, trató de entenderle y, de alguna manera, responderle. Les sorprendió
que en el impulso de dirigirse a ellos «existía la urgencia de decir algo y,
por tanto, de tener algo que decir». En él, los viajeros vieron una piedra que
había sido desechada pero que podría ser un rey disfrazado de mendigo, quizás
«uno de los treinta y seis justos, desconocidos por el mundo, y que ignoran
serlo, gracias a los cuales el mundo sigue existiendo.»
II.
«Punto y aparte para Felipe Tongoy, el hombre más feo del mundo». Nada más
llegar al aeropuerto de Santiago y bajar por la escalerilla del avión, Rosario
Girondo se encontró con Tongoy. Escribe Enric de la Ville-Maat que Girondo, al
ver por primera vez a Tongoy pensó rápidamente en Nosferatu, y sintió también
la urgencia de decir algo, aunque calló porque consideraba «de mala educación
decirle a alguien que acabas de conocer que se parece a Drácula». Pero Tongoy
introdujo el tema con naturalidad, aceptando su propio autorretrato, sin
falsificarlo, y añadiendo que una vez, con seis o siete años, su madre le dijo
que sí, que «sólo en Chile» pero que feo, no dejaba de serlo.
2 comentarios:
El grandísinmo "Mal de Montano":)
Louis, ¿Tú crees que estamos enfermando?
Noirsette, diría que sí, que estamos enfermando, pero lo olvidamos, y cada vez que notamos un síntoma pensamos que es un nuevo síntoma y no una recaída. Ay
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